Turismodevino.com ha convocado el concurso de relato breve "Mensaje en una botella para mi suegra". Debido a lo atractivo de la temática, he sido incapaz de resistirme a participar. El primer párrafo no es mío, es un fragmento que se debe incluir en el relato para poder concursar.
MENSAJE EN UNA BOTELLA PARA MI SUEGRA
Estaba deleitándome
con un vino de Navarra cuando sonó el teléfono. Me pasó el inalámbrico y me
dijo: es mi madre. Dice que ha encontrado una botella con un mensaje tuyo…
-No me extraña -le contesté a mi marido-. Lo escribí sabiendo que llegaría hasta ella, pues no creo que haya
botella de vino en Navarra que no haya pasado por sus manos.
Él se limitó a encender el altavoz del teléfono. Mi suegra,
por enésima vez, recitaba mi mensaje:
Querida suegra:
No es ningún secreto que hemos tenido nuestros roces y que en
determinados momentos la convivencia ha resultado un tanto complicada. He escrito las siguientes
líneas con la esperanza de poder explicar de forma coherente mi actuación durante
los pasados días.
El pasado lunes apareciste
por casa sin avisar, como suele ser costumbre, y me estremecí cuando a mis
oídos llegó tu inacabable letanía: “yo, yo, yo...”
Intenté huir
discretamente, pero a gritos, exigiste mi presencia, ya que lo que ibas a
contar era “muy divertido”. El repetitivo discurso con el que nos deleitaste, plagado
de obviedades y detalles absurdos, por poco me deja en estado vegetativo.
A las pocas horas, cambiaste
de tema y pasaste a criticar las nuevas cortinas del salón, acompañando tus comentarios
con aspavientos. Tampoco resultaron de tu agrado el vestido que llevaba puesto
ni la cena que preparé.
Tras tu partida, debido a tu olor
corporal, tuve que dejar las ventanas abiertas para que el
aire de casa volviera a ser respirable. Como era una noche fría, los niños se constiparon.
En ese momento, deseé
fervientemente que un dios salvaje enviara un rayo destructor que arrasara el
planeta, pero mis plegarias no fueron escuchadas.
No soy la única a la que sacas de quicio: tu marido se ha prendido fuego varias veces y tu vecindario atesora una
tasa de suicidios anormalmente alta.
Por esas y otras
razones, te lancé al mar atada a una piedra, pero los peces, horrorizados, te empujaron
a la tierra; te disparé y las balas te esquivaron; te envenené y las toxinas
huyeron por tus poros; te encerré en una celda y los barrotes se fugaron.
No puedo más, me
siento derrotada; para mí ya no hay salvación, pero, al menos, ten piedad de
tus nietos.
Fdo: tu nuera.